AKTUALITATEA

Economia | 2024-06-30

Esta semana se ha constituido el nuevo Gobierno Vasco y, con ello, hemos podido empezar a conocer las posiciones y oportunidades de cara a la legislatura. Resumimos en una frase: una de cal y otra de arena. 

Por una parte, hemos visto a un Imanol Pradales dispuesto a colaborar y entablar un diálogo con EH Bildu. Valoramos positivamente que el lehendakari y el PNV hayan asumido la necesidad de cooperar para hacer frente a los retos. Nos parece, además, que la propuesta de creación de una mesa para lograr un pacto de país por la salud es una buena idea. Una propuesta que EH Bildu viene haciendo desde la pandemia y en la que tiene mucho que aportar (Propuesta para poner en pie Osakidetza), ya que considerábamos y consideramos imprescindible ese trabajo conjunto. Por lo tanto, el diálogo y la construcción de grandes acuerdos de país contarán con la disposición de EH Bildu.

Por la otra, hemos podido constatar ciertas prácticas que consideramos se han venido naturalizando y consideramos nocivas para la política. Actitudes que demuestran que la entente PNV-PSE parece tener, a veces, dificultades para adecuarse al nuevo ciclo político y actuar en consecuencia al cambio que se requiere.

Nos preocupa que los partidos del gobierno quieran relegar el parlamentarismo y el poder legislativo a una segunda posición, con el intento de escorar a la primera fuerza de la oposición empatada en escaños con el PNV. El incorrecto reparto de las presidencias de las comisiones es contrario a la  colaboración y a la construcción de confianzas que se reivindica. Rema en la dirección contraria a lo dispuesto por Pradales. Este tipo de actuaciones están caducas y alejan a la ciudadanía de la política. En el mismo sentido, nos sentimos en la obligación de señalar las puertas giratorias, dedazos y decisiones partidistas como la de la rápida colocación de Josu Erkoreka en la Diputación de Bizkaia. Creemos, de verdad, que el PNV pretenda seguir haciendo política de la más convencional y que la ciudadanía rechaza de raíz, no es bueno para el país ni para el buen hacer de la política.