El caos en Arkaute a la hora de gestionar el ingreso de aspirantes en la Ertzaintza y en la Udaltzaingoa es cada vez más patente. La negativa del PNV de blindar mediante ley el euskara como condición para ingresar en la Ertzaintza o en la Udaltzaingoa, conlleva la vulneración de los derechos lingüisticos de la ciudadanía y que el euskara no sea lengua de comunicación y actuación de las policías vascas.
Pero no solo eso. En la práctica, está abriendo las puertas para aspirantes que no tienen ninguna vinculación y apego hacia este pueblo. Esta vía de entrada se verifica además, por el mantenimiento de filtros internos como el denominado “sociograma”, por el que los propios agentes juzgan de forma absolutamente arbitraria a los aspirantes con quienes quieren prestar (o no) servicio profesional. La propia entrevista personal en la OPE conjunta de Ertzaintza y Policía Local, que ahora se ha declarado cautelarmente nula por los tribunales también iba en esta línea, viéndose Arkaute obligada a readmitir a todos los aspirantes que no la superaron.
Estos filtros, estas condiciones, añadido a la falta de exigencia del euskara, conlleva que aspirantes con vinculaciones a ideas ultra-derechístas y autoritarias colonicen la propia policía vasca. Esto aumenta el divorcio de la Ertzaintza y, en el caso de los municipios que hayan accedido a la OPE conjunta a la policía local, con respecto a la ciudadanía. Estas decisiones políticas frustran el objetivo de crear una policía vasca más afín y reflejo de la propia sociedad vasca.
La modificación de la ley de policía de 2019 nació invalidada para dar una solución a los problemas que arrastra la Ertzaintza y la Udaltzaingoa. El caos en Arkaute y las decisiones políticas del PNV amplian su brecha con respecto a la ciudadanía. Reabrir la reflexión sobre el modelo policial que necesita este pueblo y llevar a las práctica medidas efectivas en esa línea, cada vez más urgente.