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Economia | 2022-11-26

EH Bildu ha presentado hoy, en un acto que ha tenido lugar en el Bizkaia Aretoa de Bilbao, una estrategia energética para Hego Euskal Herria. La formación de soberanista y de izquierda ha destacado que nos encontramos en un contexto histórico de emergencia ecológica-climática y crisis energética, donde Hego Euskal Herria se encuentra en una situación de alta vulnerabilidad. El problema es de una dimensión descomunal; un problema que estamos obligados a entenderlo como un gran reto para poder convertirlo en oportunidad de transformación integral.

En el acto en el que han intervenido el coordinador general, Arnaldo Otegi; el director de programa, Pello Otxandiano y el secretario de transición energética, Mikel Otero, EH Bildu ha destacado que la transición energética debe ser la palanca de una transformación ecosocial que nos lleve a otros modos de producción y consumo, lo cual, a su vez, no es posible sin concebir un cambio cultural: otra forma de estar en el mundo.

Además del objetivo de hacer frente al reto del cambio climático, EH Bildu busca con la estrategia presentada hoy mayores cotas de soberanía para el país. Es decir, territorializar nuestro consumo energético, hacernos cargo de nuestros consumos y por lo tanto analizar cómo podemos generar energía en nuestro propio territorio con el fin de alcanzar un alto grado de autosuficiencia; y a su vez, democratizar los medios de producción, creando condiciones para contrarrestar la influencia decisiva de las empresas energéticas transnacionales sobre los poderes públicos.

El documento presentado hoy es un documento vivo, en construcción y abierto a actalizaciones, que irá desarrollando mayor concreción en sus distintos apartados en los próximos meses y años. EH Bildu ha remarcado que el documento presentado hoy en el Euskalduna no es una planificación energética, sino algo más fundamental. Se trata de las guías de lo que entiende debe ser la transición energética en Euskal Herria; una orientación política y los fundamentos estratégicos sobre los que construir las regulaciones, las planificaciones y las estrategias sectoriales necesarias de aquí en adelante.

 

Principios fundamentales

1.- No hay otra opción, hay que hacerlo

La crisis ecológica ha entrado en una fase crítica: las cosas se han puesto muy feas para el planeta y para sus habitantes y sociedades. Nadie está al margen de los efectos de la crisis climática, ni de la impostergable necesidad de reconvertir el modelo energético. Las sociedades que hemos protagonizado la revolución urbano-industrial y su evolución posterior tenemos además una responsabilidad ineludible. La atmósfera está sobrecargada de GEI, ya no admite más emisiones, y los recursos energéticos fósiles que sostienen nuestro metabolismo socioeconómico se están agotando.

Según todos los indicios, el objetivo de contener el calentamiento global por debajo de los 1,5ºC exige un esfuerzo muchísimo mayor que el aplicado hasta ahora; simultáneamente, los indicios del fin de la era de la abundancia del petróleo y otros recursos naturales son una realidad tangible.

2.- Somos muy vulnerables

El modelo actual de bienestar y productivo de Hego Euskal Herria descansa en gran medida sobre el consumo de energía fósil. La autonomía vital de nuestro territorio es muy baja, la satisfacción de nuestras necesidades básicas depende en un 80% de compras a países lejanos o de electricidad generada en el resto de la Península Ibérica. El progresivo agotamiento de recursos, las tensiones geopolíticas vinculadas a la energía o las perturbaciones en el precio de los mercados tienen graves repercusiones en nuestro país.

3.- Debemos encontrar las soluciones energéticas en nuestro territorio

Durante décadas no hemos sido conscientes de dónde procedía la gran cantidad de energía que sustenta nuestro sistema urbano y la estructura productiva. La entrada de barcos y camiones con hidrocarburos o la importación de electricidad en grandes líneas ha pasado relativamente desapercibida. Este modelo debe ser sustituido con premura.

Hace un par de siglos la energía que necesitábamos provenía del propio territorio, en su mayor parte en forma de biomasa, también hidráulica y eólica. En el nuevo escenario es el territorio, nuevamente, el que nos proporciona la energía que necesitamos, pero ahora mediante tecnología contemporánea que genera, sobre todo, electricidad. Debemos adaptarnos a un modelo en el que la mayor parte de la energía que consumimos provenga de los recursos naturales y renovables: viento, sol, biomasa, agua, geotermia, etc. La materia prima energética debe ser autóctona y renovable.

Para ello es necesario promover un nuevo metabolismo de proximidad, reacoplar ciudad y territorio, un proceso de adaptación también intra-territorial (agua, circularidad y alimentos) y una redefinición de las relaciones entre funciones del territorio (residencia, trabajo, estudios y otras) que reduzca las necesidades de movilidad motorizada.

4.- Podemos lograr un autoabastecimiento importarte si reducimos el consumo a la mitad

No hay solución tecnológica que nos permita mantener las cosas como están actualmente, tratando de sustituir las fuentes de energía actuales por otras menos contaminantes. Toda la organización social y productiva, además de las conductas de las personas, deben cambiar para adaptarse a las nuevas condiciones. Lo primero es poner en cuestión cada componente del consumo de energía. La energía más barata y menos contaminante es la que no consumimos.

Las personas en su vida cotidiana y en sus momentos especiales, las empresas en sus industrias y centros de servicios, o las administraciones en sus prestaciones de servicios, todos estamos involucrados en el cambio y en la reducción de consumo.

El modelo energético deseable es una decisión política que involucra a la comunidad y al territorio. Si no se afronta un cuestionamiento de las demandas de consumos, no hay solución técnica en el marco actual de provisión de energía. Esta Estrategia propone un ambicioso objetivo de reducción del 50% del consumo primario a 2050 sobre los niveles registrados en 2008, siguiendo los objetivos marcados por Alemania en 2014 en su Plan Nacional de Eficiencia Energética.

5.- Cada cual, en su medio, debe sacar el máximo partido a sus recursos de proximidad

La mejor forma de convertir estos propósitos en realidad es propiciar la autosuficiencia, recurriendo a la captación externa sólo cuando se hayan agotado las opciones de reducir consumo y generar la energía renovable en el propio ámbito, procurando así el máximo nivel de ajuste entre necesidad y aspiración de energía por un lado y capacidad de generación por otro. Este principio de autosuficiencia conectada se debe aplicar a los edificios mediante actuaciones generalizadas de rehabilitación energética, a los barrios propiciando comunidades energéticas locales y soluciones comunitarias en servicios y prestaciones comunes, a la movilidad reduciendo consumos mediante reducción de desplazamientos y transporte colectivo, y a los espacios industriales exprimiendo las opciones de gestión de redes de eficiencia energética y redes locales con medios de generación propios.

Este principio debe ser aplicado a las diferentes escalas (edificio, barrio o polígono, ciudad, comarca y territorio) con el objetivo, siempre, de alcanzar la mayor autosuficiencia posible en el ámbito geográfico más próximo.

6.- El sistema energético de Euskal Herria aspira a ser 100% renovable, con gran capacidad de almacenamiento

El objetivo a conseguir a largo plazo es que el consumo anual esté equiparado con la generación renovable, para lo cual es necesario conseguir una reducción sustancial del consumo. Este ajuste entre energía renovable y consumo no es posible sin una mayor participación del sistema eléctrico en el consumo total, mediante electrificación de diversos consumos domésticos, de movilidad e industriales.

Una potente electrificación renovable se traduce en un notable esfuerzo territorial, que debe resolver el gran reto de encajar las instalaciones renovables en los lugares idóneos y compatibles en función de recursos disponibles, excluyendo espacios sensibles ambiental y patrimonialmente, equilibrando el uso de suelos para la producción de alimentos y recuperando la biodiversidad mediante acciones de custodia del territorio, y que contribuyan a mejorar el potencial endógeno mediante acciones de fomento de desarrollo territorial.

El desarrollo de sistemas de almacenamiento, con desarrollos tecnológicos adecuados a la realidad y condiciones del país, va a hacer más robusto y resistente este sistema en un contexto de intercambios crecientes de energía eléctrica.

7.- El nuevo sistema energético se basa en la gestión colectiva de necesidades

Se puede afirmar que el sistema dominado por el combustible fósil es un sistema que favorece las soluciones individuales y la tiranía de los mercados sobre la asignación de recursos. En el nuevo sistema energético van a prevalecer las soluciones basadas en la gestión colectiva de necesidades. Las comunidades energéticas locales son mejores que los autoconsumos individuales, el transporte colectivo público es mejor que el vehículo particular, las cooperaciones empresariales son energéticamente más eficientes que la pura competencia.

8.- La gran transformación solo será posible con un claro protagonismo del impulso público

La reconversión del sistema energético es una tarea formidable que debe ser desencadenada y alimentada por la iniciativa pública. Este impulso tiene tanto un componente técnico (de dinamización de procesos sociales y de resolución de problemas) como de apoyo financiero para el mayor control social posible de las infraestructuras de generación en el territorio.

Dadas las necesidades de inversión y la endeble capacidad de inversión actual de la administración pública, entendemos que, en una primera instancia, debemos combinar inversiones públicas, comunitarias y privadas, al menos hasta que tengamos la capacidad de abordar, con un músculo público fortalecido, las transformaciones necesarias. El impulso público debe ser capaz de hacer prevalecer el interés común de la sociedad al interés lucrativo de las empresas privadas.

La administración pública, además, debe ser pionera y ejemplar en la aplicación de todo tipo de soluciones en su campo de actuación que respondan a esta estrategia.

9.- La comunidad que habita el territorio debe ser la beneficiaria de las infraestructuras energéticas que ocupan el mismo

Se debe democratizar el sector energético hoy en manos de grandes empresas energéticas y fondos de inversión cuyo afán lucrativo choca frontalmente con el interés común de la sociedad: el acceso a la energía (bien público fundamental para garantizar el bienestar social) a un precio justo y una transición energética sostenible.

La generación es el eslabón que urge democratizar. La generación más distribuida, el autoconsumo, ya cuenta con fórmulas de socialización por medio de comunidades energéticas locales. Se trata de una formulación del máximo interés político, ya que anima a las comunidades locales a hacerse cargo de sus consumos energéticos mediante una solución colectiva de carácter profundamente democrático, tratando de restar la mayor dependencia posible para con las grandes empresas energéticas.

Pues bien, del mismo modo, se deben implementar soluciones análogas para escalas de generación superiores. Este es uno de los grandes ejes de disputa democrática para los siguientes años: no es aceptable en términos democráticos un sistema de fijación de precios que no responde a los intereses de la población, ni de las pequeñas empresas, pero que enriquece de forma injustificada a determinadas empresas energéticas.

Hego Euskal Herria debe aspirar a mantener el control público de las infraestructuras de generación y almacenamiento, infraestructuras de carácter altamente estratégico en el contexto global de la crisis energética.

10.- La gran transformación solo será posible si se hace con la gente

Frente a tentaciones autoritarias, no cabe lugar a dudas: esto hay que hacerlo con la gente. Para ello, es imprescindible construir un sentido colectivo, un sentido comunitario fuerte capaz de proyectar y empujar soluciones democráticas que hagan prevalecer el interés común. En ese empeño, será necesario trascender los espacios democráticos formales y profundizar en modelos de gobernanza cooperativos. Tal como ya se ha apuntado, la transición energética es un proceso social y económico que debe, inexorablemente, dar lugar a una metamorfosis de nuestra organización social, lo cual implica profundos cambios culturales, un genuino cambio de valores.

Y no jugamos solas: la derecha política planteará “soluciones” fáciles a un problema realmente complejo basándose, precisamente, en el negacionismo climático más o menos explícito, o en el retardismo amparado en las incertidumbres científicas. El miedo ante la posibilidad del caos y la incertidumbre intrínseca a los tiempos que vivimos son emociones difíciles de gestionar para la izquierda transformadora, por ello es necesario activar procesos deliberativos ciudadanos y formas de activismo social que, basándose en análisis técnicos rigurosos, traccionen vectores de cambio político y social.