AKTUALITATEA


| 2022-04-29 11:10:00

Desde que el 3 de marzo de 1976, la policía tiñera de sangre el barrio de Zaramaga en Gasteiz, la lucha de las víctimas por conseguir la verdad, la justicia y la reparación que merecen ha sido una larga carrera de obstáculos, piedras en el camino, promesas incumplidas, verdades a medias e, incluso, mentiras. Durante largos años las instituciones locales les dieron la espalda. Pero la lucha incansable de las víctimas, así como de ciertos agentes sociales y sindicales ha permitido que a día de hoy, cuenten con el reconocimiento de la práctica totalidad del arco político e institucional.

Convertir el lugar de la masacre en un centro memorial a las víctimas del 3 de marzo es uno de los elementos que deben ayudar a contar la verdad, a dignificar a las víctimas y a estimular la reflexión y el debate, así como a garantizar que nada así se vuelva a repetir.  

Y ese tampoco está siendo un camino de rosas. Pero hagamos un poco de memoria. Coincidiendo con las elecciones municipales y forales de 2011, Bildu presentó un proyecto para crear un espacio para la memoria a las víctimas del 3 de marzo. Entonces usar la Iglesia de San Francisco de Asis parecía una quimera pero lo cierto es que sólo tres años después el Obispado decidió cerrar la iglesia al culto.

Desde entonces, han sido muchas las iniciativas que EH Bildu ha impulsado en las diferentes instituciones para avanzar en ese sentido. De hecho, consiguió incluir una partida en los presupuestos municipales de 2016 por un valor de 35.000 euros para elaborar el proyecto y alcanzar un acuerdo con el Obispado. Partida que luego no se ejecutó. Por aquella época, el gran escollo era  que acogía una exposición de belenes permanente que, al parecer, no podía trasladarse a ningún otro lugar. Como el Gernika de Picasso, vamos. Por el camino, nació Memoria Gara, una iniciativa que ha impulsado ese debate latente, que refleja una demanda social y que ha permitido que se den las circunstancias para que las instituciones dieran el paso a aceptarlo que hasta entonces había sido imposible.  

Justo hace dos años la situación dio un vuelco. En la antesala del aniversario de la masacre, las instituciones anunciaban a bombo y platillo un acuerdo para convertir la iglesia en un centro memorial. Las víctimas, eso sí, se enteraron por la prensa. El acuerdo se quedó en un simple “protocolo de intenciones” pero anunciaron ya los siguientes pasos. Para verano se iba a constituir una fundación y un patronato que gestionara el centro y antes de finalizar el año se iba a convocar un concurso de ideas para ir avanzando en el diseño de los contenidos de ese centro memorial.

Pero el tiempo deja a cada uno en su sitio y un año después podemos decir que nada de nada. Ni el Obispado ha cedido la Iglesia, ni se ha constituido la Fundación, ni se ha creado el patronato, ni se ha convocado el concurso de ideas. Con todo empantanado, el mismo 3 de marzo de 2022, la consejera de Igualdad y Políticas Sociales, Beatriz Artolabal, tuvo a bien decir ante los micrófonos de la radio pública que las víctimas tendrían voz pero no voto en el futuro patronato. En pocas horas se retractaba.

Preguntados al respecto, los gobiernos del PNV en las diferentes instituciones aseguran que están inmersos en un trabajo ingente que requiere de mucha documentación. Pero lo cierto es que la Diputación Foral de Araba se ha limitado a redactar tres folios recordando lo ocurrido aquél 3 de marzo de 1976 para concluir que la creación de una fundación es una fórmula idónea. En el caso del Ayuntamiento de Gasteiz, el expediente cuenta con un total de 16 folios en los que se incluyen los tres folios del protocolo de intenciones suscrito en 2021.

Sea como fuere, no podemos dejar pasar un año más en blanco. Las víctimas del 3 de marzo llevan 46 años reivindicando verdad, justicia y reparación. No dejemos pasar otros 46 años. Existe voluntad política, implicación institucional y el respaldo mayoritario de una sociedad que año tras año ha demostrado que este pueblo no olvida, que este pueblo no cree en la verdad oficial y que esta ciudad merece contar con un espacio en el que las víctimas del 3 de marzo sean reconocidas y recordadas.

Bienvenido, Francisco, Romualdo, Pedro Mari y José lo merecen. Las más de cien personas heridas de bala lo merecen. Gasteiz lo merece. Y ese centro lo construiremos entre todos y todas o no será.