En "la doctrina del shock", de Naomi Klein, la autora analiza cómo influyen los desastres y los acontecimientos traumáticos en la psicología humana. Analiza cómo el poder aprovecha las urgencias y situaciones confusas para implementar reformas económicas, sociales y/o políticas, autoritarias y regresivas. Porque, sea mucho o poco, quien se arriesgue a perderlo todo está dispuesto a aceptar violaciones de derechos en la esperanza de la seguridad y la certeza.
En los últimos meses (cuando nuestra sociedad está dividida: la mitad de lo que hemos sufrido con miedo y/o sin poder quitárnoslo de la cabeza, la mitad de lo que hemos querido olvidar lo antes posible) se han realizado numerosos estudios empíricos que han demostrado que las sociedades son más cerradas, conformistas y tradicionalistas en los pueblos y épocas que sufren enfermedades contagiosas. Asimismo, las "teorías del estrés parasitario" han demostrado que en estas sociedades se desarrollan menos valores y prácticas democráticas.
En este sentido, en Estados Unidos y Polonia se han llevado a cabo sendos experimentos en marzo. 1.237 ciudadanos fueron divididos en dos grupos, y a los de un grupo se les dio información sobre la COVID-19 para su lectura, a los de otro, no. Se pudo comprobar que estas lecturas causaban ansiedad a las y los ciudadanas/os, que buscaban la seguridad, el orden y la estabilidad. El resultado final fue que los miembros de este grupo eligieron principalmente a candidatos conservadores en las elecciones.
La Universidad de Barcelona también realizó entre el 27 y el 30 de marzo una encuesta a 1.600 ciudadanasos del estado sobre la situación provocada por la pandemia. Los resultados muestran una tendencia generalizada entre la ciudadanía a aceptar la exclusión de los derechos fundamentales si las medidas se adoptan con la intención de mantener la pandemia, aceptando una mayor intervención de un liderazgo fuerte en nuestras vidas. Según este estudio, parece que la opinión pública está dispuesta a aceptar el giro autoritario en situaciones tan graves como ésta. Y es que cuando la presencia de patógenos es elevada y persistente, las tendencias conservadoras, autoritarias y no democráticas también se consolidan culturalmente y se naturalizan por completo.
Al hilo de estos análisis, y ahora en la campaña electoral para la constitución del Parlamento Vasco, es legítimo, por tanto, plantear las siguientes preguntas: ¿puede el COVID-19 condicionar nuestra opción electoral? Si es así, ¿en qué sentido?
Aprovechando el riesgo y el miedo al mal, EAJ/PNV quiere utilizar la tendencia que puede ser instintiva en los seres humanos para recabar votos. Frente al modelo que ha provocado la misma desazón (sanitario, de servicios, económico y social en general), en lugar de construir algo nuevo y mejor, lo único que pretende es reconfigurar el viejo, con la esperanza de que las y los ciudadanos/as mantengamos esa actitud conservadora. De alguna manera, nos quieren hacer creer que la salida del túnel negro está detrás, y nos quieren poner mirando las luces traseras. Sin embargo, quienes queremos construir una sociedad más justa debemos dar nuevas respuestas a lo que se nos ha impuesto.
Y las nuevas respuestas que necesita este país no vendrán de quienes gestionaron Zaldibar y lo hicieron posible, ni de quienes priorizan el despilfarro y la destrucción del TAV, ni de quienes blindan las políticas fiscales a favor de los ricos, ni de quienes lanzaron la crisis de 2008 a las y los trabajadoras/es, ni de quienes están empapados de fraude y corrupción, ni de quienes aplican recortes en servicios públicos, sanidad y educación …
Aprovechando la campaña mediática bien orquestada, el estado de shock de la sociedad y quizás la tendencia antropológica de los seres humanos, querrán mostrarse como garantía de seguridad aquellos que generan la misma inseguridad. Atención, porque puede ser el mismo que quiere aparecer como vacuna antiviral. Que el virus no contagie tu voto.