Una vez más la realidad nos golpea con fuerza para recordarnos que estamos muy lejos de ser una sociedad socialmente cohesionada. En esta ocasión ha sido una vecina que dormía en nuestras calles la víctima. Este hecho nos entristece y nos moviliza porque nos resignamos a pensar que no hay posibilidad de revertir esta situación tan injusta. Pero sobre todo nos preocupa porque no dejamos de pensar que son decenas las personas que actualmente duermen al raso en Barakaldo y las que potencialmente se encuentran expuestas a los riesgos que presenta la calle. En ocasiones este tipo de hechos se nos muestran como si de un fenómeno meteorológico se tratara. Como una especie de DANA que irrumpe en escena de manera irremediable al margen de cualquier tipo de voluntad. Sin embargo, sabemos que esto no es así, que las muertes producidas en contexto de exclusión social son todas muertes evitables.
Estos hechos nos interpelan de manera directa al conjunto de la comunidad, preguntándonos qué mecanismos de protección y cuidados colectivos hemos de activar para que la nuestra sea una comunidad verdaderamente cohesionada y equitativa, capaz de asegurar vidas dignas y saludables para todas las personas. Así mismo nos debiera de hacer comprender la importancia de mirar hacia la realidad de las personas que viven en la calle, para no correr el peligro de hacerlas aún más invisibles.
Pero sobre todo, estos hechos dejan en absoluta evidencia las enormes carencias en materia de protección social y de lucha contra la exclusión social del Ayuntamiento de Barakaldo, así como la ausencia de coordinación interinstitucional en esta materia tan sensible por afectar a vecinas y vecinos en situación de especial vulnerabilidad.
Así constatamos la ausencia de una respuesta integral, coordinada, planificada y dotada del suficiente presupuesto que afronte una problemática tan compleja como el “sinhogarismo”. Una problemática en la que pueden confluir aspectos como la falta de vivienda adecuada, la enfermedad mental, la falta de empleo y expectativas de futuro, el racismo, el sexismo… aspectos muchos de ellos por los que a día de hoy nadie nos encontramos a salvo de vernos afectados. Por ello es preciso que las medidas contra el sinhogarismo no se desplieguen de manera aislada sino que políticas de vivienda, salud, empleo, protección social, igualdad, … converjan de manera planificada para avanzar en este mismo objetivo, dándole forma a un “Plan local contra la exclusión social” enmarcado y alineado con otros planes supramunicipales.
Es preciso así mismo, que de una vez por todas cese el deterioro constante y el desmantelamiento progresivo de los recursos que a lo largo de estos años se han venido poniendo en marcha en el ámbito de la lucha contra la exclusión social desde este ayuntamiento. Especial mención merecen el este sentido el cierre del albergue para mujeres del barrio de Rontegi o la supresión del equipo de intervención social de calle que se produjo por parte de este equipo de gobierno sin mediar ningún tipo de explicación. Igualmente preocupante nos parece la situación de saturación que sufren algunos de los dispositivos de intervención existentes que actualmente dejan desatendidas a numerosas personas que viven en nuestras calles y que todas ellas son susceptibles de ser atendidas.
La exclusión social es un fenómeno estructural y creciente en nuestro municipio y no podemos permitirnos que la falta de cohesión nos gane esta partida. No nos podemos permitir que la acción institucional vaya en dirección contraria a la construcción de condiciones de vida dignas para cada vecina y vecino de este municipio.