AKTUALITATEA


| 2020-03-19 13:11:00

Es el plante de la plantilla de Mercedes, no el murmullo de quienes quieren mantener la producción cueste lo que cueste. Es el sobreesfuerzo de quienes trabajan en Osakidetza, no el discurso estéril de un rey impuesto. Es el paso dado por miles de vecinos y vecinas para formar parte de las redes de cuidados, no el vagar sin sentido de vehículos militares por la ciudad. En estos días oscuros en los que lo anómalo se ha vuelto norma, lo excepcional brilla con luz propia. Son imágenes de coraje, de protección, de imaginación. Muestran la potencia de las soluciones comunitarias, superponiéndose a una lógica militarista que llega desde el exterior.

En situaciones de emergencia, y la impuesta por el COVID-19 no es una cualquiera, siempre hay quien, bajo la apariencia de una supuesta neutralidad, trata de imponer una determinada visión y programa político. Mientras se decretaba el Estado de Alarma, se nos decía que “esto no es una cuestión de fronteras”, precisamente dos días antes de que se cerraran los pasos con Portugal, Marruecos o el Estado Francés. ¡Claro que es una cuestión de fronteras! ¿Cómo entender si no que el mismo día que comenzaba el confinamiento en Hego Euskal Herria se abrieran las urnas en Ipar Euskal Herria? ¿Cómo entender que no se cerrara Gasteiz mientras se expandía el dichoso virus? Dicen que todo se ha hecho según las recomendaciones de las mejores personas expertas en la materia. Es curioso, sin embargo, cómo aparecen matices relevantes entre sus recomendaciones, matices supeditados a los intereses político-económicos de cada administración.

Las medidas se han tomado en los contornos del estado y de cada estado, por encima de las decisiones de responsables regionales (periféricos y subordinados). No importa si Cataluña había pedido un cierre o si en la CAV se había decretado una emergencia sanitaria. Mismas medidas para todos y todas, a brocha gorda. Y una escenificación militar de la situación, con Sánchez a la cabeza, hablándonos de “frente sanitario” “de batalla contra el virus” o de “victoria final”, como si en lugar de con recursos sanitarios y cuidados mutuos, fuéramos a parar al virus a cañonazos. Y claro, de ahí al despliegue militar solo faltaba un pequeño paso. Muchos años y recursos invertidos en alimentar la UME (Unidad Militar de Emergencia), como para dejar pasar la ocasión de pasear a los militares aparentando fuerza en esta “guerra”.

Sin embargo, es obvio que en este país existen sobrados efectivos de seguridad para implementar cualesquiera medidas que se acuerden. Es más, es necesario subrayar la madurez mostrada por nuestra sociedad, siempre por delante de sus autoridades, tanto a la hora de comprender la seriedad de la situación como en la propensión a la colaboración y al cuidado mutuo. Como ejemplo, ahí están las más de 2.000 personas inscritas en pocos días en la red de ayuda mutua de Gasteiz. El sentido de protección civil, por encima de la obligación militar. Basado en  la cooperación y la coordinación, posibilitando complementar iniciativas populares con las institucionales. Llama mucho la atención que en una Araba y, sobre todo, en una Gasteiz necesitada de recursos socio-sanitarios, el primer recurso que nos envía el estado sea el militar.

En cualquier caso, la preocupación persiste y la situación es complicada tanto en Araba como en Gasteiz. El sistema sanitario está al límite hoy por hoy. Siendo conscientes de que existen planes de contingencia desde Osakidetza, EHBildu quiere hacer dos proposiciones concretas a Lakua.

En primer lugar, que los hospitales privados se pongan al servicio de la sanidad pública en su totalidad. Al menos, de momento, para que el resto de las urgencias y las patologías no relacionadas con el COVID-19 puedan ser tratadas ahí. Lakua tiene ya la competencia para ello, y se debe tomar esta medida más pronto que tarde. En segundo lugar, viendo que los recursos sanitarios están tocando techo, es urgente poner en marcha el edificio de Servicios Generales cuya apertura se esperaba antes de finalizar el año, al menos la UCI allí prevista. No podremos construir un hospital en diez días como en China, pero cuando menos debiéramos poder habilitar, siquiera en parte, un edificio que está construido.

En otro orden, nos gustaría felicitar a la población alavesa por la actitud responsable y ejemplar mostrada ante esta crisis. Una y otra vez se han adelantado a las autoridades a la hora de tomar medidas que mitigaran el avance de la enfermedad. Antes de que llegaran las medidas de Lakua, muchos negocios hosteleros y tiendas habían cerrado para evitar riesgos. Antes de que llegaran las órdenes de confinamiento, se habían comenzado a organizar las redes de ayuda, poniendo el cuidado y la solidaridad en el centro del tablero. Son miles las personas organizadas en torno a estas redes. Y, cómo no, ante la dicotomía planteada entre producción y protección de la salud, las y los trabajadores han tenido claro que primaba la salud y, en base a esa prioridad, es encomiable el esfuerzo realizado por quienes  han logrado que, entre otros muchos centros de trabajo, parasen Mercedes, Tubos Reunidos o Aernnova.

Por otro lado, nuestro agradecimiento más especial para las y los profesionales que han sido y son el sostén principal en estos momentos difíciles. Para todo el personal del sistema de salud, estos sí al pie del cañón. También para todas aquellas personas que, con denodado esfuerzo, siguen sosteniendo los servicios esenciales de la comunidad; las cadenas que mantienen en pie el sistema de alimentación, las farmacias, los servicios sociales, el transporte, la limpieza…

Es fundamental que todas las personas que están dando lo mejor de sí y mantienen la actividad esencial dispongan de los Equipos de Protección Individual necesarios, especialmente quienes están en contacto con las personas enfermas. Quienes nos están cuidando necesitan esa protección, y ahora la prioridad para las instituciones es garantizar esto. Es importante tener claro, en este momento, que la salud individual y colectiva está por encima de todo, y que la esfera económico-productiva debe quedar supeditada a este fin. Y una vez que se supere la crisis sanitaria, tocará desplegar el compendio de medidas para paliar los efectos económicos, siempre bajo el paradigma de “las personas primero”.

Un último apunte. En el futuro que nos tocará construir después de todo esto, las miles de estampas de responsabilidad y solidaridad atisbadas estos días han de constituirse en la base de la nueva normalidad. Que los valores desplegados por quienes han dado lo mejor de sí mismas en los hospitales, en los servicios de atención, en los puestos de trabajo y en cada casa, se conviertan en el norte de nuestra brújula social. Que este ejercicio de responsabilidad colectiva no sea más que el prólogo del futuro que nos toca escribir.