AKTUALITATEA


| 2022-08-02 10:03:00

Los efectos del cambio climático son cada vez más visibles. La sofocante ola de calor que hemos sufrido estos días nos advierte de que, antes de que sea tarde, debemos tomar medidas más audaces ante la emergencia climática. En este contexto la Diputación Foral de Araba nos ha presentado en las Juntas Generales el Plan de descarbonización del territorio, Klima Araba 2050. Este informe viene a sustituir al plan Mugarri pero, mientras que el anterior fue aprobado por unanimidad, el actual sólo ha obtenido el apoyo del PP. ¿Por qué ha pasado eso?.

En primer lugar, el proceso participativo llevado a cabo durante la elaboración del Plan ha sido muy escaso y en ningún caso ha conseguido socializar o suscitar interés en esta planificación tan estratégica. Tampoco ha habido colaboración con los grupos de la oposición, y lo poco que se ha hecho ha sido al final del proceso y a toda prisa. Junto a esto, hay que recordar que cuando se aprobó el anterior plan Mugarri en 2009, como ahora, había mucha preocupación y muchos debates ante un sinfín de proyectos eólicos que se estaban anunciando. Por ello, en dicho plan se acordaron los criterios de ubicación priorizando los lugares antropizados, fijando zonas de excepción, fomentando la generación de energía distribuida ¿Qué ha hecho el actual plan? Borra todo esto. Evitar la cuestión que más polémica suscita bajo el pretexto de que no es competencia de la Diputación. ¿Álava no tiene nada que decir en esto? ¿De veras?

Analizado el contenido del plan presentado por el Gobierno Foral, propone un amplio diagnóstico de la situación actual y líneas interesantes para combatir el cambio climático y mitigar sus efectos, pero queda lejos de lo que la emergencia climática requiere. Y es que en los últimos tiempos asociaciones y expertos como IPBES están lanzando un mensaje claro de que si no se dan cambios sistémicos, profundos y transformadores cuanto antes, difícilmente evitaremos el colapso climático y social. Klima Araba 2050, lamentablemente, no está en esa clave. Tiene más de declaración verde sin compromiso ni ambición que de una hoja de ruta real y efectiva.

El Plan carece de indicadores específicos para medir y evaluar los objetivos. Las medidas para reducir el consumo energético no son nada atrevidas. Así, apenas se toca el transporte y la industria, áreas en las que más se consume. En materia de eficiencia energética el plan se queda corta y es totalmente tibio en cuanto a la reducción de emisiones de CO2. Imagínense, Europa y el Gobierno Vasco han aprobado una reducción anual del 7% para lograr una reducción del 55% para 2030. Propusimos alcanzar ese objetivo a través de una enmienda  pero no ha sido aceptada y en su lugar se conforman con una reducción anual del 5%. Así no vamos a ninguna parte.

Siendo la generación de energía local y el autoconsumo la forma más democrática y resilente de generar energía, para una institución pública como la Diputación debía ser prioritario. Pero, lamentablemente, eso no se refleja en este plan. Ni en su filosofía ni en los hechos. Así, por ejemplo, la enmienda que presentamos  para placas solares en el 50% de los tejados de edificios domésticos en los próximios 10 años ha sido rechazada, como el resto. Asimismo, por muy propicios que sean los pueblos alaveses para promover comunidades energéticas y fórmulas de autoconsumo, no se hace una apuesta fuerte. Parece que a este Gobierno, como a una conocida empresa energética vasca, no le gusta el empoderamiento energético de la ciudadanía.
Esperábamos un mayor esfuerzo por parte del Gobierno foral para lograr un consenso en torno a unos puntos mínimos. Pero no, han frustrado la consecución de un acuerdo amplio. Hay que reconocer, sin embargo, que no nos ha sorprendido demasiado la preocupante y errónea política diaria de las instituciones lideradas por PNV y PSE en materia energética. Ejemplos no faltan.

El ritmo de reducción de las emisiones de efecto invernadero y del consumo energético es demasiado lento. Las políticas de protección de la biodiversidad son tibias. Tanto la Diputación como el Gobierno Vasco siguen apostando por un modelo agroindustrial intensivo. Son capaces de mostrarse un día a favor de las renovables y al siguiente, sin avergonzarse, votar a favor de la declaración de energía nuclear y gas como energía verde. En las renovables es difícil hacer las cosas peor. En estos tres años han dado pie a la instalación de once macro proyectos eólicos y fotovoltaicos de empresas privadas en Álava, sin ningún tipo de planificación ni criterio. Al estilo far west. A algunas se les ha puesto una alfombra roja y otras están garantizadas a través de la participación del EVE.

A pesar de ello, con el Klima Araba 2050 teníamos un pequeña esperanza y presentamos un total de 12 enmiendas para corregir las carencias del plan. Ha sido inútil. No nos han aceptado ni una sola propuesta. En consecuencia, entendemos que el plan aprobado no sirve para conseguir la descarbonización de Álava ni para responder adecuadamente a la emergencia climática. Este plan es una oportunidad perdida, una oportunidad frustrada.

En este tema no podemos ser conformistas. En esta emergencia climática hay que actuar con ambición. No hay alternativa. Nos gustaría ver a Araba en la vanguardia del reto climático, pero lamentablemente con este plan seguiremos en las últimas posiciones del pelotón europeo. No podemos, sin embargo, rendirnos. Seguiremos apoyando la biodiversidad y tratando de descarbonizar lo antes posible tanto Araba como el Planeta. En este sentido, EH Bildu ha hecho su propuesta, Araba Zero Karbono y hemos hecho un llamamiento a los agentes políticos y sociales del país para llegar a consensos con urgencia. Lamentablemente, no hemos recibido respuesta. No podemos perder el tiempo, nos jugamos el futuro.



Kike Fdez de Pinedo.

Portavoz del Grupo Juntero EH Bildu Araba.