AKTUALITATEA


| 2021-09-22 18:25:00

Como marca la tradición alavesa, el día de Olarizu ha puesto fin, de manera oficial, al periodo estival y comienza un nuevo curso político en el territorio. Un nuevo curso político marcado por la esperanza de superar definitivamente esta agotadora pandemia e iniciar una especie de “reinicio” social en el que vayamos recuperando la normalidad en nuestras relaciones y en el habitar la calle que tanto añoramos.

 

Seguramente, será también mayoritario el deseo de volver a la situación prepandemia en todos los demás ámbitos y, dentro de unos años, poder decir aquello de: ¿te acuerdas de la pandemia aquella que vivimos en el 2020?

 

Pero lo cierto es que, en este año y medio, además de la pandemia, han ocurrido, y se han acelerado, muchísimas cosas.  Por mucho que deseemos volver a febrero de 2020, a partir de ahora nada será igual. En nuestras manos está ser capaces de construir un futuro más justo, sostenible y próspero.

 

En este año y medio hemos visibilizado la importancia de los empleos invisibles que sustentan el día a día y la necesidad de dignificar las condiciones de vida de las personas que los desarrollan. Hemos visibilizado la baja calidad de los servicios de cuidado de las personas mayores como consecuencia de años de deriva privatizadora. Hemos sido conscientes de la importancia de los servicios públicos universales (sanidad, educación, cuidados…) y la imperiosa necesidad de defenderlos, reforzarlos y mejorar las condiciones laborales de sus profesionales. Hemos tomado consciencia de que lo personal es colectivo o, como proclamó el feminismo hace ya más de medio siglo, lo personal es político. Las actitudes personales afectan al bienestar colectivo.

 

Pero además en este año y medio se han acelerado procesos que cambiarán (que ya están cambiando) de raíz la realidad tal y como la hemos conocido. Procesos de transformación profundos que marcarán el rumbo de nuestro territorio y definirán el bienestar futuro de las próximas generaciones. A pesar de que el listado de retos a corto y medio plazo en Araba es extenso, en nuestra opinión, son tres los grandes retos a resolver con urgencia: la transformación del modelo productivo y de consumo, la transición energética en la lucha contra el cambio climático y la transición para la recuperación de un sistema social de cuidados de calidad.

 

En materia socioeconómica EH Bildu ha predicado durante años en solitario, al menos en el ámbito político, sobre los riesgos que acarreaba un tejido socioeconómico alavés soportado en unas pocas transnacionales altamente dependientes de los combustibles fósiles. Hoy parece existir, al menos discursivamente, un amplio consenso en esta materia. Debemos ser capaces de activar alternativas que adapten nuestro tejido industrial a las transformaciones de los sectores dependientes de los hidrocarburos como la automoción, la aeronáutica o la fabricación de tubos a la vez que impulsamos la diversificación del tejido productivo. El desarrollo y producción de baterías de segunda generación para movilidad, el reciclaje de materias primas críticas, el impulso a un polo biotecnológico alavés o el plan Ernaberri Aiaraldea son algunas de las propuestas de EH Bildu en esa dirección.

 

La proliferación de centros comerciales y el avance de la digitalización en los modelos de consumo, además de ser insostenible a medio plazo, está poniendo en serias dificultades al comercio local que necesita de un impulso decidido por parte de las instituciones públicas. Las consecuencias de la profunda transformación que está sufriendo el sector son visibles en los pueblos y barrios, que acumulan cada día más persianas cerradas. Debemos impulsar medidas urgentes que alivien las dificultades del sector e incentiven a la ciudadanía a apostar por el consumo en el comercio local si no queremos ver como desaparece la vitalidad en los barrios y calles.

 

El sector primario se enfrenta también a una profunda transformación. A la larga y conocida lucha del sector vitivinícola alavés por la diferenciación de la calidad de sus productos, se suma la necesaria transformación del modelo productivo para impulsar la economía circular y el consumo de productos de cercanía. Eso hace inaplazable la necesidad de un Plan Agroalimentario que reordene el uso de la tierra y los circuitos comerciales y nos acerque a modelos de soberanía alimentaria.

 

El semáforo del cambio climático tiene ya todas sus luces en rojo. Este verano ha dejado evidencias de la gravedad de la situación: Europa y Canadá alcanzando temperaturas máximas cercanas a los 50°C, aumento de la frecuencia de fenómenos meteorológicos extremos, deshielo masivo en Groenlandia… Tras décadas de avisos de la comunidad científica, movimientos sociales y movilización juvenil a los que los Gobiernos de nuestras instituciones han hecho oídos sordos, el cambio climático es ya una realidad palpable. La transición energética, la transformación de los modelos de producción y consumo es urgente. Es inaplazable. Pero la dejadez de los partidos gobernantes durante la última década nos ha traído hasta aquí sin los deberes hechos. Sin un análisis riguroso de la situación, con objetivos insuficientes, sin estrategia y sin mecanismos para poder avanzar en la necesaria transformación. Y, por si fuera poco, con un clientelismo y una dependencia de las grandes empresas energéticas que paraliza cualquier movimiento coherente.

 

Y así, mientras Europa lanza fondos millonarios para desarrollar proyectos para avanzar en la transición energética y las grandes energéticas se lanzan en busca de esos fondos planteando nuevos proyectos en nuestro territorio sin orden ni control, la Diputación Foral de Araba inicia una primera reflexión sobre la Estrategia Klima Araba 2050 y el Gobierno Vasco inicia una primera ronda de aportaciones para definir el Plan Territorial Sectorial de Energías Renovables. Pareciera que el único plan existente era la extracción de gas del subsuelo alavés y que ante la obligada renuncia no existe hoja de ruta ni capacidad de gestión. Llegan tarde y mal.

 

Es urgente poner en marcha la transición energética en nuestro territorio, pero es muchísimo más urgente tejer un consenso mínimo sobre cuál debe ser el camino a transitar. Un consenso que marque objetivos, estrategia y mecanismos y que garantice que el camino que emprendemos no tiene vuelta atrás. El plan Araba Zero Karbono es la aportación de EH Bildu en la búsqueda de ese suelo común.

 

En materia de cuidados, la irrupción de la pandemia ha hecho saltar por los aires todas las costuras de nuestro sistema de protección social, y en especial el ámbito de los cuidados a las personas mayores. Ha quedado en evidencia el deterioro grave de un modelo que en una época fue referencial y que tras 20 años de privatización progresiva hoy en día es insuficiente y de poca calidad, tanto para el bienestar de las personas usuarias y sus familiares como para garantizar unas condiciones laborales dignas a las plantillas.

 

El reto de facilitar una vida plena y digna al conjunto de la ciudadanía, a lo largo de todo su recorrido vital, en sociedades como la nuestra, cada vez más envejecidas, nos obliga a revertir la deriva del sistema y establecer un punto de inflexión que inicie el proceso de volver a dotar de calidad a nuestro sistema de protección social. En este sentido, EH Bildu también realizo su aportación al debate el pasado curso con el plan BiziON.

 

Podríamos también hablar de equilibrio territorial, del problema de despoblamiento del entorno rural, de reto demográfico, de la necesidad de impulsar políticas feministas, del reto de la diversidad en todos sus ámbitos, de la necesidad de promover el sector cultural o de la necesaria reforma fiscal para poder acometer las transformaciones necesarias.

 

Vivimos tiempos excepcionales. Vivimos tiempos de cambios profundos. Tiempos que requieren de altura de miras, visión estratégica y capacidad de dialogo y acuerdo. Esa es la perspectiva con la que acomete EH Bildu este nuevo curso político. Con la esperanza de que sea el año en el que comencemos a cimentar, entre todos y todas, los cambios profundos que se avecinan. Hay mucho en juego, de ello depende el bienestar y la calidad de vida de las futuras generaciones.