AKTUALITATEA


| 2021-04-14 11:47:00

Este año 2021, el 27 de mayo, se cumplirá el 90 aniversario de la muerte de siete trabajadores por disparos de la Guardia Civil en Ategorrieta. Todos ellos varones, el mayor tenía 34 años, el menor 19. Las personas heridas superaron las 33. Desde Pasaia se dirigían a Donostia con los lemas "Queremos pan para nuestros hijos" y "Libertad para nuestros compañeros”. A consecuencia del conflicto laboral entre pescadores y armadores de Pasaia, que había comenzado en abril, estaban en huelga y tenían la intención de acudir al centro de Donostia para dar a conocer a toda la sociedad la gravedad de su situación.

La II República llevaba proclamada un mes escaso. El Gobierno del estado español estaba formado por varios partidos, entre ellos Derecha Liberal Republicana (presidente Alcalá-Zamora y ministerio del Interior, Maura) y el PSOE. Esta protesta obrera fue considerada antirrepublicana por el Gobernador Civil de Gipuzkoa, Ramón Aldasoro, y la respuesta contra los obreros fue absolutamente desproporcionada.

Sin embargo, la masacre de trabajadores más grave que ha tenido lugar en Donostia no tiene ningún recuerdo en nuestra ciudad, no hay ningún rastro oficial de su memoria, y la mayoría de la ciudadanía donostiarra no tiene ni idea de que lo que ocurrió aquel día.

¿Para qué recordar este aniversario?

  • Para aportar a la construcción de la memoria popular de Donostia. Esta masacre de trabajadores, a pesar de superar en número de víctimas a la del 3 de marzo de 1976 en Vitoria-Gasteiz, no tiene el recuerdo que se merece en nuestra ciudad ni en Euskal Herria.

  • Muchas veces la memoria es incómoda, pero tenemos derecho a conocer la verdad: estos asesinatos los cometió la Guardia Civil, pero por orden de la autoridad de la República. En la época esto provocó muchas contradicciones, especialmente dentro de la izquierda y los republicanos.

  • Para hacer un reconocimiento al movimiento obrero, y para poner en valor la identidad obrera de Donostia. Porque si la calidad de vida de hoy en Donostia y Donostialdea es la que es, ha sido sobre todo gracias a las luchas que el movimiento obrero ha venido librando durante décadas, y que siguen hoy en día.

  • Para hacer una profunda reflexión y denunciar el papel represivo de la Guardia Civil en Donostia bajo marcos jurídicos muy diferentes.

En este dossier encontraréis la siguiente información:

  • Una explicación del contexto de la época

  • Explicación del conflicto de Pasaia

  • Explicación de la masacre de Ategorrieta (Con listas de muertos y heridos)

  • Consecuencias de la masacre

  • Propuesta de reconocimiento institucional de EHBildu de Donostia


Todos los datos están extraídos de una rigurosa investigación histórica, utilizando bibliografía y una variada hemeroteca.

1931: LA LLEGADA DE LA REPÚBLICA

El 12 de abril se celebraron las elecciones municipales y dos días después se proclamó oficialmente la República en Eibar.

Hay que tener en cuenta que la República se proclamó en el contexto de la crisis económica de 1929, que tuvo un gran impacto: disminuyó la producción industrial y las exportaciones, y el paro se disparó. Por otro lado, la República aspiraba a ser la garantía de los derechos y libertades de la clase trabajadora y de la ciudadanía en general y, en ese sentido, las reivindicaciones de los y las trabajadoras para que se respetaran sus derechos fueron una constante a lo largo y ancho de toda la República.

En la primera fase, republicanos y socialistas formaron un Gobierno de centroizquierda. Se marcaron como objetivo numerosas reformas de mucho calado: la reforma laboral, la reforma agraria, la división de la iglesia y el estado, el voto universal de las mujeres, el inicio de procesos para la elaboración de estatutos de autonomía, el derecho al divorcio, la reforma militar, entre otros.

Aunque la ilusión y expectativas eran muy grandes, el paro, las malas condiciones laborales, la precariedad, etc. seguían siendo el día a día de los y las trabajadores. De hecho, a la hora de llevar a cabo las reformas que se pretendían, encontraron una gran oposición y presión por parte de terratenientes, empresarios, iglesia, opinión pública católica, opinión pública monárquica, algunos sectores militares, y otros sectores.

Este contexto convulso y conflictivo también afectó a Euskal Herria en lo que se refiere al proceso de recuperación de su soberanía. De hecho, nada más proclamarse la República se puso sobre la mesa la cuestión vasca y el Estatuto de Autonomía, lo cual generó muchas tensiones. En esos primeros compases fueron los ayuntamientos los que tomaron la iniciativa. El 17 de mayo de 1931, el PNV convocó a alcaldes y concejales de Bizkaia a reunirse en Gernika, pero el Gobierno español prohibió el acto porque el PNV "no había contribuido a cambiar el régimen español", es decir, no había participado en el Pacto.

DÍAS PREVIOS A LA MASACRE: EL CONFLICTO LABORAL EN EL PUERTO

El inicio del conflicto de Pasaia no está muy claro. Las noticias sobre este conflicto laboral salen a la luz por primera vez a través de una nota publicada en el diario nacionalista El Día el 19 de abril de 1931. En ella, los pescadores recogían sus reivindicaciones: exigían días de descanso, mejores salarios y una mejora general de las condiciones de los trabajadores del puerto.

Durante el mes de mayo el conflicto se recrudeció. El 1 de mayo los pescadores convocaron una huelga que fue secundada por 3000 trabajadores. Entonces, comenzaron las negociaciones para tratar de canalizar y controlar el conflicto y la huelga. Aldasoro, Gobernador Civil de Gipuzkoa, por su parte, solicitó la paralización de la huelga durante las negociaciones, pero los trabajadores no aceptaron esta condición y la huelga se mantuvo. Mientras tanto, los trabajadores constituyeron una comisión de representantes para negociar con el Ministro de Fomento, Sánchez Albornoz.

Los diferentes sindicatos no se posicionaron igual ante las negociaciones y las huelgas. Mientras UGT y STV querían una estrategia orientada a la conciliación y la moderación, la herramienta para alcanzar los objetivos de los Comunistas y los Anarquistas era la huelga.

La huelga y el conflicto del puerto entraron en su fase decisiva el 21 de mayo. El sindicato de pescadores del puerto de Pasajes, La Unión, celebró una asamblea este mismo día, tras la cual, mediante una nota comunicaron su rechazo a los postulados “comunistas” y la expulsión de Juan Astigarribia. Además, este día, el Gobierno Civil hizo público que La Unión no aceptaba su mediación.

Así, el 23 de mayo, los armadores solicitaron el arbitraje del Ministro de Fomento. Y, el 24 de mayo, una comisión formada por la Gestora Provincial, la Cámara de Comercio, la Liga de Productores de Gipuzkoa y los alcaldes de Pasaia y Donostia pidió al Ministro Sánchez Albornoz que apoyara la petición de los armadores y que intermediara en las negociaciones.

Mientras tanto, la situación interna de La Unión cambió radicalmente. El 24 de mayo se celebró una nueva asamblea en la que, esta vez, se apoyó a Juan Astigarribia. Y es que, aunque hasta entonces formaba parte de la órbita de la UGT, desde la asamblea del 24 de mayo, La Unión se convirtió en un sindicato de inspiración comunista que comenzó a tener una gran influencia en todo Gipuzkoa.

Las consecuencias de todo ello se vieron los siguientes días. Fueron días de mucha acción y tensión, debido a que las negociaciones en torno a las condiciones laborales estaban en un punto muerto y a que las huelgas de pescadores seguían su curso.

El 25 de mayo, dos vapores de la empresa “Payuelo y Compañía” llegaron al puerto de Getaria cargados de género (1800 kg de merluza y 700 cajas de pescadillas). La noticia llegó a Pasaia y a continuación, un piquete quemó un camión de esta empresa que viajaba entre Getaria y Zarautz. A raíz de estos hechos, por la noche, Juan Mendez y Francisco Cabezón, dirigentes del sindicato anarquista Avance Marino de Trintxerpe, fueron detenidos acusándoles de quemar los útiles de pesca y los aparejos del puerto.

A partir de ahí los hechos se sucedieron. El día siguiente de las detenciones, el Ministro de Gobernación, Miguel Maura, publicó un telegrama que anunciaba las intenciones del gobierno: el Gobierno ofrecía una vez más la mediación para resolver el conflicto e informaba que, a aquellas personas que no aceptaran la mediación, “se les juzgará como rebeldes a la República y serán sometidas al máximo rigor de la ley.”

Así las cosas, los trabajadores empezaron a pensar en convocar una Huelga General para pedir la libertad de los detenidos. Al día siguiente, los pescadores de San Pedro y Trintxerpe organizaron una manifestación con la intención de llegar hasta Donostia. Participaron 1500 personas, pero no pudieron conseguir su objetivo porque al llegar la manifestación a la zona de Azkuene decidieron suspenderla por las grandes medidas de seguridad adoptadas por el Gobernador de Donostia.

27/05/1931 LA MASACRE DE ATEGORRIETA

Lejos de amilanarse, convocaron Huelga General para el 27 de mayo. La llamada de la Huelga General provocó una reacción diferente en cada partido y sindicato. Tal y como se ha indicado, había grandes divergencias entre las estrategias más moderadas y las más radicales.

Cuando la FLSO (Federación Local de Sociedades Obreras) de Donostia debatió sobre su apoyo a la huelga de pescadores de Pasaia por solidaridad, el resultado de la votación fue que negativo. Los conductores del tranvía, con mayoría de la UGT también se negaron. Solidaridad de Obreros Vascos hizo un llamamiento a no seguir la huelga. Y por último, el Gobernador Civil señaló que SOV, Socialistas y republicanos habían ofrecido su colaboración para mantener el orden.

A pesar de las tensiones dentro del movimiento obrero, los pescadores de Pasaia siguieron adelante con la convocatoria de Huelga General.

El mismo día 27, siguiendo las órdenes del Gobernador, se vigilaron los edificios públicos, las fuerzas de seguridad desplegaron sus tropas por Donostia y los soldados registraban el transporte público (tranvías y autobuses). A primera hora de la mañana, una delegación del sindicato La Unión, encabezada por Astigarrabia, compareció en el Gobierno Civil exigiendo la libertad de los detenidos, que de lo contrario habría enfrentamientos. El Gobernador Aldasoro, respondió que en ese caso tenía orden de responder con total contundencia.

A las 10:00 de la mañana salió hacia Donostia una manifestación de cerca de 4000 personas desde Trintxerpe. Denunciaban la falta de acuerdo con la patronal y querían informar a la sociedad donostiarra de la grave situación que padecían los pescadores. Los lemas eran: “Queremos pan para nuestros hijos” y “Libertad para nuestros compañeros”. El Gobernador Civil Aldasoro no permitió la manifestación y llamó a la Armada y a las fuerzas de seguridad para detenerla.

En el Alto de Miracruz, los manifestantes encontraron un destacamento del Ejército, formando en dos filas. Los manifestantes les comunicaron que venían de forma pacífica. Los soldados les dejaron pasar pero les avisaron de que la Guardia Civil estaba más adelante. Al llegar a Ategorrieta, la Guardia Civil dio un par de avisos, pero la manifestación siguió.

La Guardia Civil abrió fuego. La masacre fue enorme. Inmediatamente, los vecinos y vecinas de la zona comenzaron a atender a los heridos en los portales de las casas, llevándolos en coches particulares y en ambulancias al hospital, a las casas de socorro, etc. Muchos médicos acudieron a su puesto ante el desborde de los servicios de guardia.

Los muertos y heridos por los disparos de la Guardia Civil fueron:

Muertos:

1. José Carnes, 32 años.

2. Manuel Pérez, 34 años.

3. José Novo Martínez, 25 años.

4º Antonio Barro, 31 años.

5. Julián Zurro Pérez, 19 años.

6º Jesús Camposoto, 23 años.

7. Manuel López Díaz, 26 años. Tras unos días murió por la gravedad de las heridas.

Personas heridas: Vicente Saleta, Providencia Ageita (21), Julio Fernandez (25), Manuel Doldán Pérez (18), Pedro Basterretxea (31), Lisardo Zapata (32), Manuel Alfonso, Antonio Barro (26), Valentin Ochoa (21), Carmen Candanal (27), José Suarez (25), Luis Centeno (29), Herminio Gonzalez, José Saletas, Emilio Ruiz, Eugenio Korta, Bruno San Jose, Juan Nieves Damapier, Manuel Alfamabrar (24), José Orleca (27), Vicente Sainz (17), Celestino La Rosa, Herminio González, Vicente Caterín (33), Julio Fernández (25), José Pardavilla (34), José Mariño (23), etc.

Debido a la gravedad de la situación, a las 11:00 horas la comisión de autoridades se reunió en el Gobierno Civil. Se publicaron varias notas. Por un lado, el Gobernador Militar de Gipuzkoa, José Fernández de Villa Arbille, estableció el estado de guerra en Gipuzkoa. El Gobernador Civil de Gipuzkoa, Ramón María Aldasoro y Galarza, por su parte, ofreció a las dos partes del conflicto (armadores y pescadores) una nueva mediación gubernamental. Pero con una clara amenaza: cada una de las partes del conflicto tenía cuatro días para aceptar el arbitraje y, en caso de no hacerlo, repetía la advertencia de dos día antes: “serán tratados como rebeldes a la República y sometidos al máximo rigor de la Ley.”

A pesar de estas medidas, cuando la noticia de los asesinatos se fue conociendo se convocó huelga general en Donostia y Pasaia. A las 10:30 horas, un grupo volcó un tranvía en la esquina de la Avenida de la Libertad con la calle Garibai. Allí apareció un grupo de mikeletes que desde entonces estuvieron vigilando los tranvías. Las patrullas de las fuerzas de seguridad estaban ya desplegadas en toda la ciudad.

A mediodía un grupo intentó atacar la tienda de armas Merino, situada en la Avenida de la Libertad, pero la Guardia Civil repelió el ataque. Por la tarde se celebró una manifestación.

Como ya se ha mencionado anteriormente, cada sindicato seguía su estrategia y los más próximos al Gobierno de la República no estaban participando en la huelga. De hecho, cuando la manifestación pasaba por la calle San Francisco de Gros (al final de la calle, cerca de Sagües), y pasó por el taller del socialista Guillermo Torrijos, un piquete entró a llamar a sus trabajadores a la huelga. Entonces, desde dentro del taller alguien disparó con una escopeta hiriendo a varias personas. Emilio Ruiz (20 años) fue gravemente herido. Los otros heridos eran Felix Echezarreta, Antonio Sanz, Eugenio Alcorta, Justo Aláiz, Celestino Darrosa, Emilio Aranda e Ignacio Villar. Pronto llegaron los soldados del regimiento Sicilia.

En ese momento se celebró una reunión en el Centro de Unión Republicana. Decidieron formar una guardia cívica. Entre ellos se repartieron unos brazaletes rojos y salieron a la calle a animar a los dueños de los comercios a que mantuvieran abiertos sus locales para recuperar cuanto antes la “normalidad” en Donostia.

El Gobernador Militar Villa Arbille dictó orden de detención contra cualquier persona que participara en las revueltas. Ese mismo día se llevaron a cabo las primeras detenciones.

Por la tarde, 11 miembros del Comité de Huelga, que estaban reunidos en un bar de Martutene, fueron detenidos y encarcelados en Ondarreta. Otros consiguieron escapar. Por otra parte, en la sede del Sindicato Único, situado en la calle Isabel La Católica (actual calle de los Reyes Católicos), trataron de detener a los comunistas allí presentes porque la policía creía que estaban preparando nuevos desordenes. Consiguieron escapar por el patio y la policía clausuró la sede.

Al anochecer, la policía entró en la Casa del Pueblo mientras varios socialistas mantenían allí una reunión. Muchos de ellos huyeron desde el patio, lo cual les ocasionó numerosas heridas y cortes de cristales.

Los heridos iban llegando al Centro de Socorro durante todo el día. Allí se reunieron muchas personas para animarles, que fueron disueltas por las fuerzas de seguridad.

Al día siguiente de los terribles sucesos de Ategorrieta, el 28 de mayo, tras las correspondientes autopsias, los fallecidos fueron enterrados en Polloe. Se reunieron numerosas personas para despedirlos.

Por la tarde, una comisión de los armadores de los barcos pesqueros de Pasaia y Donostia (es decir, una comisión de la patronal pesquera) informó al Gobernador Civil que aceptaban el arbitraje propuesto por el Gobierno para resolver el conflicto. A continuación, una delegación de pescadores (pero no el sindicato La Unión) se entrevistó con el Gobernador Civil para intentar solucionar el conflicto.

Por la noche, Esteban Goñi, Gregorio Acedo y Manuel Prieto fueron detenidos en Pasaia, acusados de llamar a los trabajadores de Luzuriaga a la huelga tras conocer lo que había sucedido en Ategorrieta. Estos no fueron los únicos detenidos. Por orden de Villa Arbille fueron detenidos: Teodoro Ruiz Expósito, Jesús Larrañaga Txurruka, Sandalio Rubiera Mora, Salvador Ramos Lino, Gabriel Sayar Arellano, Jesús Tuero Álvarez, José Castro San Martín, Felix Otaduy Sañudo, Sebastián Zapirain Aguiñaga, Luis Zapirain Aguiñaga, Saturnino Pascual Díez, Juan Martínez Vergara, Justo Salvador Durango, Fidel Larrañaga Cuesta, Martin Martínez Mendizabal, Martin Tello Isla, José Bueno Risque, Nestor Rodríguez Cid y Esteban Sánchez Guillermo.

CONSECUENCIAS DE LA MASACRE

Al día siguiente de la masacre, el conflicto del puerto sequía sin resolverse. Así, el 30 de mayo, en la sede del sindicato pesquero La Unión, 800 huelguistas se reunieron para debatir sobre el arbitraje del gobierno. Decidieron someterse al laudo propuesto y eligieron nuevos representantes para la nueva fase del conflicto. Posteriormente se reunieron en la Cámara de Comercio con la representación de los armadores para analizar la situación e iniciar conversaciones y negociaciones. Por la tarde se levantó la situación de guerra en Gipuzkoa, a excepción de Donostia, Pasaia, Lezo y Errenteria.

A continuación se llevaron a cabo nuevas detenciones: Lucio Andiano Martínez, Romualdo Lacalle Zamora, Apolinar Otxoa Orradre, Santiago San Martín Domínguez, José María Lizaso Urruti, Antonio Robles de Paco (6 en total). Todos fueron encarcelados. En Madrid, Juan Miranda Aldunain, Diego Zarco Espiridion y Pedro Alonso Martínez fueron liberados.

La confusión de estos días era enorme. Con el conflicto aún sin resolver, lo ocurrido en Ategorrieta dejó una profunda huella. Sin embargo, la situación de los pescadores seguía igual de mal. Así, el 3 de junio los profesores de Pasai San Pedro propusieron realizar una suscripción pública para crear un comedor escolar y ofrecer una comida diaria a los hijos de los marineros. La propuesta tuvo buena acogida en el municipio. Días después, la Sociedad Recreativa Sampedrotarra ofreció una actuación en el Cine Moderno para paliar las consecuencias de la huelga mediante el dinero recaudado con las entradas.

Es pertinente mencionar aquí una importante consecuencia de los hechos ocurridos en Ategorrieta: quien hasta entonces fue gran defensor de la República, el pintor con fuertes vínculos con Donostia, Ricardo Baroja, hermano de Pío, abandonó el cargo de Secretario de Exposiciones de Bellas Artes a consecuencia de esta matanza. El 6 de junio publicó una carta de dimisión en el diario Solidaridad Obrera. Allí, literalmente, calificó los hechos como “crímenes”, denunciando la “oligarquía apropiada del poder”. Asimismo, criticaba en la misma carta “la lentitud en las reformas, el enchufismo y la continuidad de los métodos represivos de las fuerzas de orden” que caracterizaban esta fase de la República.

El 9 de junio La Gaceta publicó el laudo acordado por el Gobierno. Ante esta situación, el día siguiente, 10 de junio, los pescadores decidieron subir a los barcos y volver al trabajo. Se embarcaron el 12.

En general, la llegada de la República era percibida como grades esperanzas de justicia social. Los trabajadores más precarios, como eran los pescadores, creían que se iban a mejorar sus condiciones laborales. Sin embargo, esto no fue así de manera directa, ya que en esta primera fase de la República se habían heredado muchas tensiones que se habían ido generando anteriormente.

Ejemplo de ello es el conflicto de Pasaia. Se trata de un conflicto enmarcado en un contexto económico difícil, en un momento en el que el desempleo era cada vez mayor y las condiciones laborales precarias eran la norma.

El conflicto de Pasaia podríamos decir que fue uno de los temas que, de alguna manera, puso en apuros a la República, porque el movimiento que se desarrolló allí se le hizo incontrolable, y también porque tuvieron que mostrar su cara más represora, cometiendo una auténtica masacre y dejando para siempre una huella que no se puede olvidar en Pasaia, Donostia y su entorno.

En definitiva, en Pasaia, a los días de haberse proclamado, ya comenzó a vislumbrarse lo que fue uno de los problemas de la República. Es decir, que en las clases populares y en el movimiento obrero se habían generado unas grandes expectativas de cambio valores y de igualdad, y que al ver que sus condiciones continuaban igual, comenzaron a exigir con gran ansiedad soluciones a corto plazo. Pero, en muchas ocasiones, se trataba de cuestiones que llevaban enquistadas durante décadas.