Desde entonces, los y las comerciantes que apostamos en su día por impulsar el pequeño comercio en Romo hemos ido añadiendo ingredientes a la coctelera: trabajo, ganas por sacar adelante iniciativas cada vez más arriesgadas, paciencia, ilusión e imaginación, sobre todo mucha imaginación.
El reto era y es enorme: luchar contra los desafíos que representan las nuevas tecnologías, la proliferación imparable de las grandes superficies comerciales, el cambio constante en los hábitos de compra, la inacción y desidia de los y las responsables políticos, la transformación constante y, a veces imperceptible, del paisaje urbano… Es la lucha de David contra Goliat, del pececito que lucha por sobrevivir en su pecera rodeado de tiburones.
Pero ante las adversidades en Romo Bizirik siempre nos hemos crecido. A cada dificultad, una propuesta, a cada reto, una actividad popular. Si alguien se cae el resto ayudamos a levantarlo, si alguno de nosotros tiene problemas, enseguida acudimos para echar una mano. Esta es la filosofía de Romo Bizirik, crear grupo, fomentar la solidaridad entre los y las asociadas, luchar, como el pececito, contra los grandes tiburones que desearían ver nuestros pueblos sin el agua que los pequeños comercios aportamos para dar vida al barrio.
Siempre que tenemos la ocasión nos damos a conocer con diferentes iniciativas, desde la jornada anual de Romotik Mundura, a las campanadas txikis que estas navidades han llenado de color la plaza Santa Eugenia.
Y este es nuestro afán: llenar de color nuestro barrio, iluminar con la luz de nuestros escaparates las calles, ofrecer cercanía a nuestros y nuestras clientas, evitar que los tiburones se coman al pececito.