El ojo por ojo, diente por diente que aparece en el Código de Hammurabi de hace ya 38 siglos se traduce en pleno siglo XXI en matar a diez palestinos por cada nacional muerto. Desde el 7 de Octubre el ejército israelí ha asesinado a casi nueve mil palestinos, la inmensa mayoría civiles y niños y niñas. ¿Dónde ha puesto el límite el gobierno del estado sionista de Israel? ¿Cuál es su verdadero objetivo tras la ofensiva de Hamás del 7 de Octubre?
En primer lugar, cobrarse la venganza en sangre: Ojo por ojo, diente por diente, 10 palestinos por cada ciudadano israelí muerto. Ya de paso, reducir a escombros Gaza, destruir sus infraestructuras, sus servicios, su economía y desplazar a su población, si es posible, hasta el desierto del Sinaí. El estado sionista nunca renunció a expulsar a los y las palestinas de una tierra que considera suya por designio divino.
¿Y cuál es el papel de la comunidad y los organismos internacionales ante este genocidio masivo que día a día contemplamos obsceno ante nuestros ojos? ¿Qué acciones ha llevado a cabo la ONU ante la política sistemática de expansión y colonización desplegada durante décadas?
Hiere tanta hipocresía y avergüenza pertenecer a un mundo en el que la vida de un niño o una niña palestina vale menos que nada.
Muchos y muchas nos preguntamos qué podemos hacer, cómo podemos expresar nuestra indignación, dónde podemos acudir para frenar esta masacre sin fin. Las palabras ya no valen y los gritos sólo sirven para acallar nuestras conciencias,
Me quedo con la imagen de una madre joven palestina abrazando tiernamente a su bebé amortajado. Le acuna con un cariño infinito y le dice que no tenga miedo, que ella nunca le va a soltar de la mano.