AKTUALITATEA


| 2020-05-27 18:14:00

Desde el inicio de la crisis del l COVID-19, desde ehbildu hemos mostrado nuestra preocupación por la respuesta que el Ayuntamiento de barakaldo estaba dando a esta situación extraordinaria exigiendo y proponiendo políticas y medidas acordes al momento. Sin embargo la acción municipal no ha estado a la altura de las circunstancias, entre otras cosas porque no ha sido ni  compartida con los sectores afectados ni con los partidos políticos de la oposición. Y nos ha preocupado, más allá de partidismos, porque quienes son sujetos y pagan la factura de esta pésima gestión somos todas y todos los ciudadanos de Barakaldo. 

 

En este contexto tan  excepcional, En Barakaldo solo se ha celebrado un Pleno, en el que claramente se constató la falta de iniciativa del equipo de gobierno, intentando pasar de puntillas sobre propuestas de la oposición en relación esta nueva realidad que ha dejado el coronavirus. En nuestras familias, comercios, datos del paro.... Como si para unos la vuelta a la normalidad significase volver a hacer lo que hacíamos antes de la pandemia, sin atender o poner el foco de las prioridades en las nuevas necesidades. 

 

Por ello, más preocupante nos parece aún la convocatoria del nuevo pleno que se celebrará este jueves, donde se ha vetado la posibilidad de debatir nuevas propuestas para hacer frente a las consecuencias que miles de barakaldesas estamos pagando.

 

Debemos recordar , que El pleno municipal es el máximo órgano de participación y de debate para un municipio y en esta ocasión, Amaia del Campo ha excluido todas las iniciativas de la oposición, constatándose una vez más el caciquismo político con el que la alcaldesa dirige nuestro municipio. Se tratan las cuestiones que ella quiere y cuando ella quiere. 

 

Mientras PNV y PSE vuelven a cerrar puertas a un funcionamiento democrático, la Alcaldesa utiliza las siglas de su partido ante los medios de comunicación para hablarnos de “tremenda crisis”, de la necesidad de poner “primero a las personas” y nos advierte de los “recortes” que están por venir. Es decir, reconoce de la cruda realidad pero sin propuesta concreta para el presente y futuro inmediato, más allá de las  buenas intenciones y voluntades.

 

Parece ser que cuando la ciudadanía de Barakaldo exige medidas excepcionales para superar las situaciones extremas de que se están viviendo y que están por venir, a Amaia del Campo le incomoda posicionarse ante propuestas que hacemos desde la oposición en relación  a bajadas de sueldo o de reestructuración del gasto municipal, adelgazando el ejército de políticos y asesores que tiene a sueldo.

 

Entendemos que estas iniciativas, al igual que otras que ya hemos presentado, son acordes a estos recorte en los fondos. Entendemos que se ajustan a la realidad y que plantean una redistribución del dinero que disponemos. Porque, ante este panorama, ¿cómo va a defender la Alcaldesa la vigencia de la estructura de gobierno más cara de la historia de Barakaldo? ¿Se van a aplicar los recortes que dicen aplicarán para el resto de los mortales? El sentido común nos diría que sí. El partidismo de algunos, por desgracia, nos hace dudar más.

 

Porque mientras miles de barakaldeses solicitan y esperan respuestas institucionales a sus problemáticas, el máximo órgano de representación y decisión municipal que es el Pleno Municipal se dedicará, avalados por su mayoría absoluta de PNV y PSE, a aprobar gastos superfluos como mobiliario para el despacho de la propia alcaldesa, salones municipales, monumentos decorativos o aprobaciones de modificaciones en macro-operaciones urbanísticas. 

 

Que con la que está cayendo, creemos distan mucho de ser prioridad en este momento para las barakaldesas. Una falta de respeto en toda regla para los partidos de la oposición y la ciudadanía en general. 

 

Nos parece grave, pero sobre todo preocupante. Ningunear y vaciar de contenido el Pleno, la mayor herramienta que tenemos a nivel local para hacer frente a este momento extraordinario, nos parece además de una irresponsabilidad que encierra una visión de la política municipal personalista y poco participativa, un auténtico ataque al funcionamiento democrático de una institución.

 

Otra oportunidad perdida de poner encima de la mesa temas que nos traslada la ciudadanía.