AKTUALITATEA


| 2019-10-28 17:34:00

Hoy le queremos trasladar a la sociedad vasca, y a la de Gipuzkoa en particular, que ante la operación de involución democrática puesta en marcha por el Estado español y sus poderes fácticos resulta más importante que nunca que los soberanistas tengamos una voz propia y fuerte en Madrid. Una voz soberanista que no defraude, que sea de fiar, que anteponga los intereses de la sociedad vasca y guipuzcoana a cualquier otro tipo de interés partidista. Una voz que sepa trabajar en equipo con el resto de los soberanistas del Estado. Esa es la voz de EH Bildu y de las personas que hoy me acompañan aquí.

 

Este largo fin de semana hemos sido testigos, tanto en Euskal Herria como en Catalunya, de la denuncia de las injusticias que viene cometiendo el Estado español. En Barcelona pude contemplar de primera mano la fuerza y el empuje que supone que cientos de miles de personas salgan a la calle a demandar justicia, que se libere a los representantes sociales y políticos independentistas injustamente encarcelados, que se les dé voz y palabra para decidir su futuro mediante la puesta en práctica del democrático derecho de autodeterminación. Allí estuvieron todos los representantes sociales y políticos soberanistas de Catalunya. Esa unión y tenacidad es el camino y no tengo duda de que terminará dando sus frutos. Y qué decir de lo ocurrido el sábado en Iruñea, en la movilización convocada para reclamar la puesta en libertad de los jóvenes de Altsasu. Decenas de miles de personas, todas de la mano, denunciando la injusticia y el carácter retrógrado del Estado español. Fueron dos movilizaciones ejemplares, masivas y plurales, que reclamaban justicia. Dos movilizaciones, la de Catalunya y la realizada por los jóvenes de Altsasu, que representan las dos caras de una misma moneda.

 

Antes de estas dos movilizaciones, también tuve el honor de ser testigo, en Barcelona, de un acto sin precedentes: soberanistas de todo el Estado español juntos, firmando un programa de mínimos y comprometiéndose públicamente a trabajar de la mano en defensa del derecho de autodeterminación de sus pueblos; en definitiva, a impulsar el recorrido para la construcción de sociedades y países plenamente democráticos. Fue un orgullo estar presente en ese acto. Y va a ser un orgullo ser partícipe de ese trabajo en común que más pronto que tarde va a dar nuevos frutos.

 

Mientras todo esto ocurría, las calles de Barcelona recibieron ayer a los partidos que representan el brazo político de la contrarreforma instaurada en el Estado español tras el discurso del Borbón del 3 de octubre de hace dos años. PSOE, PP, Ciudadanos, e incluso Vox, juntos de la mano y rodeados de banderas españolas defendiendo la unidad de España. Sí, el PSOE que hace unos meses se presentaba como el garante de un gobierno de “progreso” en el Estado y defensor de los valores democráticos desfiló ayer por las calles de Barcelona, bandera española en mano, con la derecha más rancia y retrógrada de Europa.

 

El PSOE tiene dos alternativas tras las elecciones del 10 de noviembre: abrazarse a la derecha española y profundizar en la involución antidemocrática que tiene como único eje de actuación salvar la sacro santa unidad de España y como programa político la recentralización del Estado y promover recortes nacionales, sociales y económicos; o, apoyarse en las fuerzas soberanistas de todo el Estado, respetar la plurinacionalidad y el derecho de autodeterminación de los pueblos y naciones del Estado, y recorrer el camino que le lleve a la democracia.

 

La sociedad vasca debe tener clara una cosa: solo la unidad y una representación fuerte de soberanistas vascos, catalanes y gallegos es capaz de evitar que el PSOE se eché en brazos de la derecha española. La ecuación es sencilla: o los soberanistas contamos con una representación potente que sea capaz de alterar los planes del PSOE, o el Estado español se abocará definitivamente a una contrarreforma antidemocrática que afectará a los derechos de nuestros pueblos y de sus gentes, al día a día de la ciudadanía vasca, tanto a nivel económico como social. Todavía estamos a tiempo de evitarlo.