AKTUALITATEA

| 2020-06-22

El 21 de junio los gobiernos de Francia y España adoptaron la decisión de reabrir las fronteras, de acuerdo con los criterios de la Unión Europea y para posibilitar la temporada turística.

Desde el inicio de la crisis sanitaria, el diseño y la ejecución de las políticas para hacer frente a la pandemia global han quedado en manos de cada Estado. Los dos estados que dividen el territorio de Euskal Herria han llevado adelante su propio guión a la hora de responder a la crisis. Esto ha supuesto notables pérdidas de tiempo y de eficacia en nuestro país.

En consecuencia, desde el primer momento se puso de manifiesto que la vivencia del "virus que no sabe nada de fronteras y distribuciones territoriales" no sería la misma, no al menos siguiendo los protocolos oficiales, que no era lo mismo vivir en Irun o Hendaia, Bera o Sara, Urepel o Arnegi.

El asunto de las fronteras que puede parecer secundario ha demostrado también que sólo falta la capacidad de los dos gobiernos de Estado que han acumulado un poder desproporcionado a la sombra de la emergencia sanitaria para condicionar o directamente interrumpir la vida interna de Euskal Herria, aumentando de paso nuestros desgarros y grietas como nación. No es la primera vez, hace unos meses los dos estados nos cerraron las fronteras al G7, con el consiguiente deterioro de las condiciones de vida de la ciudadanía de nuestro país.

Ambos Estados han aprovechado la situación de emergencia sanitaria para reforzar su carácter uniformizador. Por otro lado, debemos denunciar que estas decisiones no han supuesto un beneficio en la ciudadanía vasca, ni de salud ni en otros ámbitos. El uso de los recursos y la gestión de la información han hecho que los tres territorios queden a la sombra.

Abrirán los límites que ahora nos imponen, no pensando en la ciudadanía vasca, sino para fomentar el turismo. Porque en nuestro país nos consideran como turistas.

Ante la autocracia y el centralismo, sentimos más que nunca la necesidad de vivir, decidir y fortalecer los recursos y herramientas como nación y como pueblo. Ante este vaciamiento de la democracia tenemos que deshacer las fronteras artificiales y construir Euskal Herria que es nuestro ámbito natural, entre toda la ciudadanía vasca, para tomar las decisiones que afectan a nuestras vidas.